El viernes por la noche, el Estadio La Ruca se convirtió en el escenario donde Fernando Ortiz puso a prueba su visión táctica. El técnico argentino, de 47 años, llegó al club con la misión clara: devolver la confianza a un equipo que había atravesado una racha difícil y sumar los puntos que faltan para los objetivos de la campaña 2025.
Estrategia defensiva de Ortiz
Desde la primera sesión de entrenamiento, Ortiz dejó en claro que la solidez defensiva sería la columna vertebral del plan de juego. Uno de los dilemas principales giró en torno al regreso de Emiliano Amor, quien había estado fuera de la lista titular por motivos de lesión. Tras evaluar su estado físico, el entrenador decidió incorporarlo al once inicial, confiando en su experiencia para liderar la línea de fondo.
Otro punto crítico fue la incertidumbre sobre Javier Correa, cuya condición fue monitorizada de cerca por el cuerpo médico. Ortiz optó por no arriesgar al jugador y lo mantuvo como opción en el banco, priorizando la estabilidad de la defensa sobre la versatilidad que el mediocampista aporta.
Quizá la decisión más polémica fue la que involucró a Arturo Vidal, veterano centrocampista que había sido protagonista del ataque durante años. Ortiz anunció una reubicación táctica: Vidal pasaría a desempeñar funciones más defensivas, actuando como pivote que corta líneas y protege la zona central. Este movimiento buscaba equilibrar la presión ofensiva con una cobertura más segura.
El desarrollo del partido y sus repercusiones
El partido arrancó con una presión alta de los Albos, pero la verdadera diferencia se notó en la organización defensiva. Amor cerró los espacios en los laterales y, junto a la dupla central, neutralizó los intentos de los Dragones Celestes. La ausencia de Correa en el campo no se sintió como una desventaja, pues la disciplina táctica del conjunto mantuvo la línea compacta.
En el ataque, la reubicación de Vidal rindió frutos inesperados. Desde su posición más retrasada, alimentó con pases precisos a los delanteros, que rápidamente se tradujeron en oportunidades claras de gol. En la primera mitad, Colo Colo anotó dos tantos que pusieron el marcador en contra del rival. El segundo tiempo vio un dominio total: tres goles más completaron la goleada 4‑0, consolidando la primera victoria importante bajo la dirección de Ortiz.
Más allá del resultado, el encuentro marcó el inicio de una nueva fase para el club. La confianza de los jugadores creció al ver que el planteamiento defensivo no solo impedía goles, sino que también generaba salidas rápidas y efectivas. Los aficionados, que habían seguido una serie de resultados adversos, recibieron la victoria como una señal de que el proyecto de Ortiz avanza en la dirección correcta.
Con la victoria, Colo Colo sumó tres puntos vitales en la 23ª ronda del campeonato. El técnico argentino ya vislumbra los próximos desafíos, pero la claridad táctica mostrada contra Iquique sienta las bases para un calendario que todavía tiene mucho por ofrecer. El próximo reto será mantener la consistencia defensiva mientras sigue explotando la creatividad que aporta Vidal en su nuevo rol.