Todo lo que debes saber sobre el esófago y su salud
¿Te has sentido con acidez después de la cena o con una sensación rara al tragar? Eso tiene que ver con tu esófago, el tubo que conecta la boca con el estómago. No es un órgano glamuroso, pero sí uno fundamental para digerir bien los alimentos.
¿Qué función cumple y cómo está formado?
El esófago mide unos 25 cm y está formado por músculo liso que se contrae en ondas (peristalsis) para empujar la comida hacia abajo. En su parte superior hay un esfínter que evita que el aire entre, y al final otro que impide que los jugos del estómago suban.
Si alguno de esos “porteros” falla, aparecen problemas comunes como la acidez o el reflujo gastroesofágico. Por eso es clave reconocer los síntomas a tiempo.
Problemas frecuentes y cuándo buscar ayuda
Reflujo gastroesofágico (RGE): sensación de ardor en el pecho, regurgitación y a veces tos nocturna. Si ocurre más de dos veces por semana, vale la pena consultar.
Esofagitis: inflamación que puede provocar dolor al tragar. Se asocia con alimentos muy picantes o alcohol en exceso.
Estreñimiento del esófago (estenosis): dificultad para pasar los alimentos, a veces por cicatrices de reflujo crónico.
Cáncer de esófago: aunque menos frecuente, sus señales incluyen pérdida de peso, dolor persistente y dificultad grave al tragar. No esperes si notas algo fuera de lo normal.
En cualquier caso, el médico puede pedir una endoscopia o pruebas de pH para confirmar el diagnóstico.
Consejos simples para mantener tu esófago feliz
- Mastica despacio: darle tiempo al músculo reduce la presión y evita que los ácidos suban.
- Evita comidas muy grasosas o picantes si notas acidez después. Cada cuerpo es distinto, pero esas opciones suelen ser gatillos.
- No te recuestes justo después de comer. Espera al menos 2‑3 horas antes de ir a la cama para que la gravedad ayude al estómago.
- Controla el peso: el exceso de grasa abdominal presiona el abdomen y favorece el reflujo.
- No fumes. El tabaco relaja el esfínter inferior, lo que facilita que los ácidos suban.
- Bebe agua entre comidas en vez de durante la comida; así evitas diluir demasiado los jugos gástricos y no sobrecargas el esófago.
Si sigues estos hábitos y tus síntomas desaparecen, probablemente tu esófago está trabajando bien. Pero si persisten, agenda una cita: un diagnóstico temprano siempre es la mejor defensa.
Recuerda que cuidar tu esófago no requiere tratamientos caros, solo prestar atención a cómo comes y escuchas a tu cuerpo. ¡Tu tubo digestivo te lo agradecerá!
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