La violencia no respetó ni el umbral de su casa. El 17 de julio de 2025, a las 14:00 horas, Inés Mora, una mujer de 92 años que vivía sola en Lota, fue asaltada dentro de su propio hogar por una joven que fingió pedir un vaso de agua. Lo que siguió fue un robo brutal: dos anillos —uno de compromiso, recuerdo de su esposo, y otro que le había dejado su padre—, un aro de boda y 300.000 pesos de su pensión mensual, el sueldo del mes que le permitía comer, pagar medicinas y mantenerse viva. La escena, grabada por su cámara de seguridad, conmocionó a Chile. Y cuatro días después, una respuesta inesperada llegó desde el mundo de los negocios: Leonardo Farkas Rodríguez, el empresario y filántropo chileno, anunció en X que pagaría dos millones de pesos para compensarla. "Díganme dónde le deposito". Simple. Directo. Humanamente conmovedor.
Un robo que no se puede olvidar
Inés Mora no es solo una anciana. Es una mujer que ha vivido más de nueve décadas en la misma casa de Lota, una comuna costera del Biobío, a 56 kilómetros de Concepción. Su vida ha sido de silencios, de rutinas pequeñas, de recuerdos guardados en objetos. El anillo de compromiso no era joya, era memoria. El otro, el de su padre, el único vínculo que le quedaba de él. Cuando la joven le dijo "pásame los anillos", Mora respondió: "¿Cómo te los voy a pasar, si son de compromiso, el recuerdo de mi marido?". La respuesta no fue suficiente. La agresora le tiró del dedo y se lo sacó. Así, sin más. El video lo muestra todo: la calma inicial, la confianza, el cambio brusco. La policía aún busca a la sospechosa, pero el daño ya está hecho. No solo económico. Emocional. Muchos chilenos vieron en Mora a sus propias abuelas.
La respuesta de Farkas: más que un gesto, una denuncia
Leonardo Farkas Rodríguez no es nuevo en este tipo de gestos. Desde hace años, cuando ocurre una tragedia local —un incendio, un accidente, un niño enfermo sin recursos—, él aparece. Pero esta vez fue distinto. No solo por la edad de la víctima, sino por el contexto. En los últimos meses, los robos a adultos mayores han aumentado un 23% en la Región del Biobío, según datos del Carabineros. Las víctimas son cada vez más vulnerables: solas, con pensiones modestas, sin familia cerca. Farkas lo sabía. Por eso, en su publicación del 21 de julio, no solo ofreció dinero. Dijo: "Chile merece más seguridad y respeto por sus adultos mayores". Esa frase, simple, fue la que resonó. No fue un discurso político. Fue un grito de indignación desde el corazón de quien tiene recursos para actuar.
¿Por qué este caso cambió el debate?
Los medios como T13, Chilevisión y BioBioChile lo difundieron con imágenes. Los comentarios en redes sociales se volvieron un río de indignación. "¿Qué clase de sociedad permite esto?". "Si esto le pasa a una anciana en su casa, ¿dónde está la seguridad?". Farkas no solo respondió. Hizo visible lo que muchos callaban. En Chile, los adultos mayores son invisibles hasta que son víctimas. Y cuando lo son, rara vez reciben apoyo inmediato del sector privado. Aquí, Farkas no esperó a que el Estado actuara. No pidió a la gente que donara. Él pagó. Dos millones de pesos. Más del doble de lo robado. No por generosidad, sino por justicia. Porque sabe que el valor de esos anillos no se mide en pesos, sino en años de vida, en amor perdido, en dignidad violada.
El impacto en Lota y más allá
En Lota, la noticia cambió el clima. Vecinos que antes miraban para otro lado ahora se acercan a las casas de los ancianos. Una vecina, Rosa Paredes, de 78 años, dijo a Radio RTL: "Hoy le llevé flores a Inés. No por compasión. Porque si no lo hago, ¿quién lo hará?". El alcalde de Lota, por su parte, anunció un plan piloto de vigilancia comunitaria para mayores, con cámaras y visitas semanales. Pero lo más interesante es lo que ocurrió en las redes: cientos de chilenos, sin conocer a Mora, empezaron a enviar cartas, fotos, mensajes. Uno escribió: "A los 92, yo también tuve un anillo como ese. Lo perdí en un robo. Nadie me ayudó. Gracias por no dejarla sola".
¿Qué sigue? La pregunta que nadie se atreve a hacer
El dinero de Farkas resolverá el problema inmediato: Mora podrá reemplazar lo robado, pagar sus medicinas, tal vez incluso instalar un sistema de alarma. Pero ¿y si mañana ocurre lo mismo con otra Inés? ¿Y si la próxima víctima no tiene un empresario que la vea en las redes? Aquí está el verdadero desafío. La filantropía individual no puede reemplazar a la política pública. Farkas lo sabe. Por eso, en su mensaje, no solo ofreció dinero. Llamó a un cambio. Y eso es lo que ahora todos esperan: que este caso no se quede en una historia emotiva, sino en un punto de inflexión. Porque si Chile no protege a sus abuelos, ¿qué futuro tiene?
El contexto que nadie menciona: la crisis de la vejez en Chile
La realidad es que más del 60% de los adultos mayores chilenos viven con menos de 300.000 pesos al mes. La pensión mínima es de 180.000. Muchos dependen de lo que les dan sus hijos —si los tienen. Y con la inflación, los medicamentos, el transporte, ese dinero desaparece en semanas. Los robos no son casualidad. Son cálculo. Los ladrones saben que los ancianos viven solos, que no tienen fuerza para resistir, que no denuncian por miedo o vergüenza. En 2024, solo el 37% de los robos a mayores fueron denunciados. Y de esos, menos del 15% llegaron a un arresto. Farkas no solo reaccionó a un crimen. Reaccionó a un sistema que falla. Y eso es lo que lo convierte en un símbolo. No por su fortuna, sino por su coraje para decirlo en voz alta.
Frequently Asked Questions
¿Cuánto dinero ofreció Leonardo Farkas y para qué lo destinará Inés Mora?
Leonardo Farkas Rodríguez ofreció depositar dos millones de pesos chilenos (CLP) directamente en la cuenta de Inés Mora. Esta suma supera con creces los 300.000 pesos robados y el valor de los anillos, y está destinada a cubrir no solo la pérdida material, sino también los gastos médicos, la instalación de sistemas de seguridad en su hogar y posibles gastos legales o de asistencia psicológica tras el trauma.
¿Qué objetos fueron robados y por qué tienen un valor emocional tan grande?
Fueron sustraídos dos anillos —uno de compromiso, símbolo del matrimonio con su esposo fallecido, y otro que le legó su padre—, un aro de boda y 300.000 pesos de su pensión. Estos anillos no eran joyas comunes: representaban vínculos afectivos irreemplazables. Mora los conservaba como reliquias, no como objetos de valor monetario. Para ella, perderlos fue como perder parte de su historia personal.
¿Por qué este caso generó tanta atención mediática y pública?
Porque combina tres elementos poderosos: la edad extrema de la víctima (92 años), la brutalidad del crimen en su propio hogar, y la respuesta inmediata y generosa de un empresario reconocido. Además, ocurre en un contexto de creciente inseguridad para adultos mayores en Chile, lo que lo convirtió en un símbolo de una crisis social más amplia que muchos ignoraban hasta entonces.
¿Qué ha hecho el gobierno local tras el robo?
El alcalde de Lota anunció un plan piloto de vigilancia comunitaria para personas mayores, con visitas semanales de vecinos voluntarios y la instalación de cámaras en zonas vulnerables. Sin embargo, aún no hay una política nacional coordinada. La Policía mantiene la investigación activa, pero hasta ahora no ha detenido a la sospechosa, cuya identidad sigue en secreto.
¿Es común que empresarios chilenos respondan así a crímenes individuales?
No es común. Leonardo Farkas tiene un historial de intervenciones rápidas tras tragedias locales —como donaciones a familias tras incendios o apoyos a niños con enfermedades raras—, pero ofrecer dinero directamente a una víctima de robo, sin intermediarios, es inusual. Este caso se distingue por su directividad y por el hecho de que no se trató de una emergencia colectiva, sino de un solo individuo, lo que lo hace aún más conmovedor.
¿Qué cambios sociales ha impulsado este caso hasta ahora?
Ha generado una ola de solidaridad vecinal en Lota y otras comunas, con campañas de "vigilancia de abuelos" impulsadas por vecinos. También ha presionado a partidos políticos para que incluyan propuestas de seguridad para adultos mayores en sus agendas. Aunque no ha cambiado leyes, ha cambiado la conversación: ya no se habla de "ancianos vulnerables" como un problema abstracto, sino como personas con nombres, historias y derechos que deben protegerse.
1 Comentarios
Qué buen gesto de Farkas, pero no podemos seguir dependiendo de la generosidad de unos pocos. Si cada vez que pasa algo así tenemos que esperar a que un empresario salve la situación, es que el sistema falla de lleno. ¿Dónde están los programas de protección para adultos mayores? ¿Dónde está el Estado? Esto no es caridad, es un derecho.